Los motivos pueden resumirse en dos grandes causas.
Pérdida de trabajos anteriores:
Durante el proceso de desestructuración del Imperio Romano de Occidente, el Occidente europeo fue perdiendo contacto con Oriente y el griego acabó por ser olvidado. De ese modo, Europa Occidental perdió el acceso a los tratados originales de los filósofos clásicos, quedándose sólo con las versiones truncadas de ese conocimiento que habían sido traducidas anteriormente.
Inestabilidad Política y económica:
Debilitado por las invasiones de tribus bárbaras, por la desintegración política de Roma en el siglo Vy aislado del resto del mundo por la expansión del Islam en el siglo VII, el Occidente Europeo llegó a ser poco más que una colcha de retales de poblaciones rurales y pueblos semi-nómadas.
La inestabilidad política y el declive de la vida urbana golpearon duramente la vida cultural del continente. La Iglesia Católica, como única institución que no se desintegró en ese proceso, mantuvo lo que quedó de fuerza intelectual, especialmente a través de La vida monástica.
De ese modo, las actividades científicas fueron prácticamente reducidas a las citas y comentarios de obras que hacían referencia a la antigüedad clásica; esos comentarios estaban a veces llenos de errores, ya que los textos usados como referencia, las obras que quedaron en latín, tenían informaciones truncadas y hasta tergiversadas.
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